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Reducción de mamas

Cuando existe un excesivo tamaño de la mama hablamos de hipertrofia mamaria. En los casos más extremos preferimos hablar de gigantomastia

Lo habitual es que se asocie también a un tamaño grande de la areola y a una caída de los senos por su elevado peso (ptosis mamaria). 

De todas formas, el tamaño ideal de las mamas no es un valor absoluto. Debe considerarse siempre la complexión física de la mujer. Además, hay factores raciales, culturales, personales e incluso modas que condicionan este concepto.

Una mama grande puede ser de origen constitucional y manifestarse ya en la pubertad pero puede también desarrollarse a lo largo de la vida por aumento del peso de la mujer. En el primer caso depende fundamentalmente de un desarrollo exagerado del componente glandular y en el segundo caso del aumento en el componente graso de la mama. También hay casos mixtos.

Las mujeres que poseen unas mamas grandes pueden experimentar una serie de problemas:

  • Dolor referido en el cuello, espalda y hombros, a menudo irradiado hacia las extremidades superiores.
  • Depresiones en la piel de los hombros por los tirantes del sujetador.
  • Irritación en el surco submamario pues la piel de la mama contacta permanentemente con la piel del abdomen.
  • Complejos en relación al excesivo volumen.

La reducción mamaria habitualmente consigue, además de adecuar el tamaño de la mama, mejorar estos síntomas.



La reducción de mamas es una técnica quirúrgica que se indica cuando la paciente presenta una hipertrofia de sus mamas. También recibe el nombre de mamoplastia de reducción

Aunque el objetivo inicial es reducir el tamaño, también permite remodelar su forma y reducir el diámetro de la areola para hacerlo proporcional al nuevo tamaño. Como en la mayoría de ocasiones de hipertrofia la mama también está caída, la cirugía de reducción mamaria debe elevarla a su posición ideal para obtener un resultado satisfactorio.

No existe un tipo universal de mamoplastia de reducción que cubra las necesidades de cada paciente. La técnica quirúrgica se diseña para cada paciente, dependiendo de su caso particular.

En general, esta cirugía se practicará cuando se haya completado el desarrollo mamario, hacia los 18 años de edad.


La práctica de esta cirugía se realiza bajo anestesia general. Requiere ingreso en clínica y se recomienda una estancia de 24 horas durante el postoperatorio.

No existe una sola técnica que cubra las necesidades de todas las pacientes. Todas ellas tienen en común dos objetivos: 

  • Reducción del contenido: habitualmente se extirpa el tejido ubicado en el polo inferior de la mama. Es aconsejable remitirlo al laboratorio para su análisis (biopsia).

  • Reducción del envoltorio cutáneo: la piel en exceso se recorta para ajustarla al nuevo tamaño y conseguir un aspecto de turgencia más atractivo de la nueva mama. Su consecuencia inevitable es una cicatriz. Según el patrón de corte, se clasifican en:

    • Técnicas de reducción mamaria con cicatriz vertical: indicadas cuando el exceso de piel es moderado y su calidad óptima. La cicatriz rodea toda la areola y se prolonga verticalmente desde su porción inferior hasta llegar al pliegue submamario.
    • Técnicas de reducción mamaria con cicatriz en forma de letra T invertida: en estos casos añadimos también una cicatriz horizontal que sigue a todo lo largo el pliegue submamario. Recuerda la forma de la letra T colocada boca abajo.Se indica en excesos de piel importantes y con mala calidad de la misma (estrías, flaccidez)

Tras la extirpación se procederá a recrear una nueva mama, siendo ésta la parte más artística de la cirugía. Normalmente, el tejido residual se divide en varios segmentos (colgajos) que se irán recolocando y cosiendo entre sí en distintas posiciones hasta conseguir nuestro objetivo. 

Uno de los colgajos formados es el más importante, pues debe llevar incorporado el complejo areola-pezón y será usado para cambiar su posición, reubicándolo en la parte más proyectada de la nueva mama.

Cuando tratamos hipertrofias mamarias extremas (gigantomastia), el colgajo que transporta al complejo areola-pezón a su nueva posición es muy largo y, en ocasiones, pueden aparecer problemas con su irrigación sanguínea. Su consecuencia sería la necrosis parcial o total del complejo areola-pezón. 

En estos casos se puede optar por tratar el complejo areola-pezón como un injerto de piel: se recorta y se separa totalmente de la mama para, al final de la cirugía, volverlo a unir otra vez a ella, cosiéndolo en su nueva posición. Como se ha separado totalmente de la glándula, se perdería para siempre su sensibilidad y, al cortar los conductos galactóforos, no se podría dar de mamar en un futuro. Esta variante técnica se llama Técnica de reducción mamaria del injerto libre de areola y pezón.

No existe una intervención ideal para cada caso. Cada técnica escogida tiene sus ventajas e inconvenientes. Dialogue con su cirujano que le asesorará en su elección.


La forma y el tamaño de las mamas previas a la cirugía pueden influir en el resultado final. Si las mamas no tienen el mismo tamaño o forma antes de la cirugía es poco probable que sean completamente simétricas después.

La mamoplastia de reducción no cambia la naturaleza de la mama ni detiene el proceso natural de envejecimiento de la misma. Por ello, glándulas formadas por tejidos laxos y pieles estriadas están más predispuestas a descolgamientos secundarios tras esta cirugía.

En casos de aumento de peso, el tamaño de las mamas volvería a aumentar a costa de nueva retención de grasa. Es más raro que recidive la hipertrofia por nuevo crecimiento de su glándula, hecho que se ve excepcionalmente en algunas mujeres jóvenes (hiperplasia mamaria virginal).

En general, se aconsejarán tamaños proporcionados a la complexión física de la mujer.


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